sábado, 1 de marzo de 2014

EXPRESION CORPORAL CON TERCERA EDAD

























EXPRESION  CORPORAL CON TERCERA EDAD
Joaquín Benito Vallejo
Centro de Mayores Blasco de Garay (J.M. de Chamberí. Ayuntamiento de Madrid)
Centro de Mayores Carolinas (Comunidad Autónoma de Madrid)
 Alfa- movimiento y  expresión corporal
I Congreso Internacional de Expresión Corporal y Educación. Zamora, Julio 2003

Resumen
El autor, con más de 15 años de trabajo con grupos de tercera edad, expone brevemente su 
trayectoria con este colectivo y muestra su concepción de lo que debe ser la expresión corporal con las personas mayores y por extensión con otras edades. 
El autor estima que la tarea más esencial y ardua es el desarrollo de la expresividad, máxime en el 
colectivo de tercera edad, pero que es en ello en lo que hay que poner todo esfuerzo sino queremos desvirtuar el significado de la expresión corporal, sin olvidar su múltiple dimensión biopsicosocial, tratada de manera seria y profunda. 


Palabras clave
Tercera edad, expresión corporal, psicomotricidad, biopsicosocial, expresividad, emoción 
sentimientos, corrección postural, autoestima, comunicación, desarrollo sensorial, estructuración mental.

Hacia el año 1986 comencé a elaborar un proyecto para trabajar con 3º edad tomando como base la psicomotricidad y la expresión corporal, materias con las que estaba trabajando con niños. Un año después, 1987, inicié esta experiencia en un Centro del Ayuntamiento de Madrid.  Paralelamente, accedí a otro Centro del Ministerio de Asuntos Sociales, hoy perteneciente a la Comunidad de Madrid. Desde entonces trabajo diariamente con 5 grupos compuestos por un número aproximado de 24 personas, de edades 
comprendidas entre 65 y 95 años de edad, -teniendo en cuenta a la persona de mayor edad 
que he tenido-.
En aquel tiempo yo era muy ingenuo al respecto, más bien ignorante. Creía que los viejos eran esos señores que van arrastrando los pies por la calle, encorvados, sostenidos por un bastón, a los que había que ayudar a hacer todo pues carecían ya de la facultad de valerse por sí mismos. Consideraba todo un éxito el hecho de que esos “carcamales” se apuntaran a mis clases, a la vez que, asustado, me preguntaba qué podría hacer con ellos.
Los libros en los que me instruía no mejoraban esa imagen de la vejez, más bien la reforzaban. En todas las esferas la vejez era considerada sin excusas, una deficiencia física y mental progresiva, por lo que las posibilidades de realizar una actividad con el colectivo de personas que engloban esa edad se estimaban muy escasas. Yo era a la vez idealista y pretencioso, quería hacer un trabajo inédito basado en la integridad “biopsicosocial” del ser humano, y rechazaba rotundamente las prácticas mecanicistas. En esas circunstancias mis planteamientos eran como querer cruzar el océano a nado, sin saber nadar y con miedo al 
agua. 
Y, desesperado quizá, me tiré al agua.......
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